El jardín del sur

Hoy vamos a imaginar. Vamos a jugar con lo que vemos y lo que no vemos, por lo que, sin más preámbulos, quiero que contempléis con calma la fotografía que abre esta entrada. Fijaos en cada detalle. Observad con detenimiento su semblante, su gesto, sus manos. ¿Qué veis?

Se ve a una mujer apenada, quizá. Una mujer triste y sumida en sus pensamientos. ¿Qué estará pensando? Pero si cerramos los ojos y dejamos a nuestra mente ir más allá, ¿qué es lo que imaginamos?

Tal vez solo sea una mujer cansada que ha decidido sentarse un rato sobre un banco de piedra. En sus manos porta una pequeña corona de flores. A lo mejor es una guirnalda para el pelo, para una fiesta. Está cansada de bailar y por eso se ha sentado a reposar. Pero su mirada…

Otra teoría llama a nuestros pensamientos porque su mirada parece perdida o acaso ausente. Como si su mente estuviera a kilómetros de distancia de su cuerpo. Sus ojos, abiertos, dolientes, se pierden. ¿Por qué? ¿Un amor lejano e imposible? ¿Un desamor?

Volved a abrir los ojos y miradla de nuevo. ¿Con qué teoría os quedáis? Seguro que la foto completa os ayuda.

¿Qué veis ahora?

Se trata de una tumba del Cementerio de Soria. No sé de quién es. No sé de cuándo es, pero parece una tumba de amor. Eso es lo que yo veo. Dos cuerpos, uno al lado del otro, yaciendo juntos en el sueño eterno. Él, bajo la cruz, y ella, bajo sus propios pies. Un mismo manto, con iguales flores y detalles, cubriéndoles a ambos. Corazones de metal protegiendo su amor y acompañando a sus almas hasta la infinitud. ¿Y cuál será su verdadera historia? Ahí es donde entra la imaginación. Su historia solo depende de cada uno de vosotros.