La magia de contar historias en ‘Érase una vez la taberna Swan’

Título: Érase una vez la taberna Swan
Autora: Diane Setterfield
DeBolsillo (2020)

Páginas: 608

Me adentré en Érase una vez la taberna Swan con altas expectativas y puedo decir que no solo las cumplió, sino que las superó con creces. Diane Setterfield, a quien ya había leído con anterioridad, tiene una habilidad envidiable para tejer historias que se sienten de hoy, pero también tan antiguas como la tierra misma.

Cuando lancé mi última novela, Hasta morir la muerte , el escritor Javier Jené la comparó con esta obra. Ambas compartían una estructura de historias dentro de historias y supe entonces que tenía que leerla. Fue un acierto. Gracias, Javier, por la recomendación y por tu lectura.

Setterfield crea una trama que, como un río, fluye a través de relaciones más pequeñas que terminan encajando en un todo perfecto. Y lo del río, en este caso, es literal. La historia nos lleva a una taberna situada en el corazón de un pequeño pueblo junto al río Támesis, un lugar donde las historias se cuentan como moneda de cambio y donde la magia parece estar siempre presente. Una noche, un extraño aparece con una niña en brazos y, desde ese momento, el relato se sumerge en un misterio lleno de folclore, mitología y la esencia de los cuentos orales.

Lo que más me ha gustado de esta novela es su capacidad para dotar de alma a los distintos sitios. Desde la taberna al propio río; desde la rectoría de la aldea a algunas de sus casas. Setterfield siente, es evidente, un gran amor por esas historias que son inseparables del paisaje; por los relatos que se transmiten de generación en generación hasta convertirse en parte de la identidad de quienes los cuentan. Esto me recuerda, claro, a lo que yo intento hacer en mi propia narrativa: rescatar esas voces que forman parte del corazón de un sitio y que nunca desaparecen porque son el alma misma de su historia.

Esta novela rinde homenaje al arte de contar historias, al misterio de lo inexplicable y a los pequeños detalles que construyen grandes narrativas. Setterfield ha creado una obra que no solo se lee, sino que se escucha, como si una voz te la estuviera narrando al oído o como si el mismo río formara parte de tu latir. Un libro para saborear y recordar y un canto a las historias que nunca se van.

Sinopsis: En una oscura y brumosa noche, en el pequeño pueblo inglés de Radcot, a orillas del Támesis, los lugareños se reúnen en la taberna Swan para compartir un trago e historias llenas de sabiduría popular. Con seiscientos años de antigüedad, la posada es famosa por reunir a los mejores narradores de cuentos populares, pero esa noche la tertulia nocturna se ve interrumpida por la llegada de un hombre misterioso empapado en sangre que carga en sus brazos a una niña inconsciente. Antes de que el hombre pueda emitir explicación alguna, cae derrumbado.

Mientras tanto, río arriba, dos familias buscan desesperadamente a sus hijas, Alice Armstrong, a la que nadie ha visto desde hace veinticuatro horas tras el suicidio de su madre, y Amelia Vaughan desaparecida dos años atrás sin dejar rastro.


Descubre más desde El jardín del sur

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.


Una respuesta a “La magia de contar historias en ‘Érase una vez la taberna Swan’

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.