
Octubre. Mes de misterio en el que las sombras se alargan y el viento acaricia los árboles para desnudarlos. Mes de otoño que remueve espíritus cuando las hojas caen sin saber cuál será su destino; sin saber volar. Tiempo de conectar con lo desconocido y de encontrar la belleza que existe en la transformación de todo lo que nos rodea.
Mes de brujas.
Donde nací, las brujas existían. Existen. En Oquendo, sus leyendas vienen envueltas de niebla y lluvia. Una tan característica que solo allí se puede contemplar y que hace que el tiempo se detenga en un ciclo interminable de historia y tradición. Encarnan la vida y la muerte, la sabiduría y el misterio, y se entrelazan con la identidad de la región. Sorginak. Por eso las brujas de mi norte son tan importantes en Hasta morir la muerte, mi última novela.
(…) Sorgina, la llaman; bruja que pasea fugaz por las épocas para que el tiempo no la atrape, sin nunca detenerse porque, según ella, ir despacio es dar ventaja a la muerte».
(Hasta morir la muerte. Verónica García-Peña)
Las brujas del norte, poderosas y extraordinarias. Así, en este mes en el que tanto se las recuerda, me gusta reivindicar su figura como símbolo de empoderamiento, libertad y conexión con la naturaleza.
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Una respuesta a “Brujas del norte”