Cosas de escritores
Hoy, a pesar de lo que pueda parecer por las fotografías que más abajo os pongo, no vamos a jugar a qué ves, qué imaginas. Sólo quiero que miréis la imagen conmigo y que disfrutéis de su belleza.
Hoy, a pesar de lo que pueda parecer por las fotografías que más abajo os pongo, no vamos a jugar a qué ves, qué imaginas. Sólo quiero que miréis la imagen conmigo y que disfrutéis de su belleza.
Hoy vamos a inaugurar dos nuevas secciones especiales y curiosas que espero os gusten y sirvan para seguir disfrutando y viviendo El jardín del sur.
Se trata de El pestañeo y Más acá. Las podréis encontrar sin dificultad en la parte superior del blog o en el buscador.
Desde pequeña, siempre he oído ese refrán que dice que “la curiosidad mató al gato”. Una forma de indicarnos que no fuéramos indiscretos, entrometidos o cotillas. Pero también, desde bien pequeña, yo siempre he apuntado que “la satisfacción lo trajo de vuelta”. Y es que así lo creo.
Cierto que hay diferentes tipos de curiosidad: la sana y la malsana. De la última, la malsana, no voy a decir nada, pues todos sabemos en qué consiste y para qué sirve, que no suele ser para nada bueno. Voy a hablar de la primera, de la curiosidad por observar, descubrir, descifrar, investigar y explorar. Ver más allá de lo que a simple vista se nos presenta. No conformarnos.
Cuando empecé Sociología, muchos eran los profesores que nos decían que para ser un buen sociólogo era importante saber observar y ser muy curioso. Después, en periodismo, otros dijeron lo mismo. Un periodista debe indagar, preguntar, curiosear… En ambos casos uno debe plantarse el porqué de las cosas. Como escritor, añado que es muy importante ser curioso y tantear qué hay más allá de lo que vemos. Así pueden nacer estupendas historias. No conformarse con lo que la supuesta realidad nos regala e investigar y escarbar un poco más. Soplar el polvo que la cubre y así averiguar cosas interesantísimas que, de otro modo, nunca hubiéramos descubierto. Si seguís leyendo, entenderéis mejor a qué me refiero.
Sigue leyendo «La curiosidad mató al gato, pero la satisfacción lo trajo de vuelta»