Vuestras búsquedas extravagantes

Hace unos días, en Facebook, una compañera comentaba algunas de las distintas y peculiares búsquedas por las que sus seguidores llegaban a ella. Eso me hizo preguntarme por las que vosotros hacéis para acabar de paseo por El jardín del sur. Y no hablo de las comunes donde destacan, por ejmeplo, La princesa de hielo y todas sus variantes –sois muchos los admiradores de la saga de Camilla Läckberg-, cómo hacer una propuesta editorial, dudas ortográficas, rescate de palabras o qué leer, sino de esas otras curiosas y ciertamente extravagantes. Algunas, tal vez, inconfesables.

Cada año, Google enumera cuáles son las palabras más investigadas en su buscador y en ‘El jardín del sur’, hoy hablaré de algo parecido. De aquellos términos, frases o preguntas que tecleáis y por las que, cosas del destino, acabáis de paseo por el jardín.

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La curiosidad mató al gato, pero la satisfacción lo trajo de vuelta

Desde pequeña, siempre he oído ese refrán que dice que “la curiosidad mató al gato”. Una forma de indicarnos que no fuéramos indiscretos, entrometidos o cotillas. Pero también, desde bien pequeña, yo siempre he apuntado que “la satisfacción lo trajo de vuelta”. Y es que así lo creo.

Cierto que hay diferentes tipos de curiosidad: la sana y la malsana. De la última, la malsana, no voy a decir nada, pues todos sabemos en qué consiste y para qué sirve, que no suele ser para nada bueno. Voy a hablar de la primera, de la curiosidad por observar, descubrir, descifrar, investigar y explorar. Ver más allá de lo que a simple vista se nos presenta. No conformarnos.

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Cuando empecé Sociología, muchos eran los profesores que nos decían que para ser un buen sociólogo era importante saber observar y ser muy curioso. Después, en periodismo, otros dijeron lo mismo. Un periodista debe indagar, preguntar, curiosear… En ambos casos uno debe plantarse el porqué de las cosas. Como escritor, añado que es muy importante ser curioso y tantear qué hay más allá de lo que vemos. Así pueden nacer estupendas historias. No conformarse con lo que la supuesta realidad nos regala e investigar y escarbar un poco más. Soplar el polvo que la cubre y así averiguar cosas interesantísimas que, de otro modo, nunca hubiéramos descubierto. Si seguís leyendo, entenderéis mejor a qué me refiero.

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