Vivir dentro y fuera de las palabras

Hoy es el típico día que uno se pone delante del ordenador y las teclas se quedan mudas. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que la cabeza está a otras cosas. Está sumida en una fantasía nueva, un proyecto que durante meses ha estado imaginando, creando y dando forma. Una nueva historia que transcurre entre bruma y lluvia, y que consume tiempo, energía y los dedos de quien os habla.
Las historias son así o, quizá, los escritores somos así. Nos metemos tanto en el nuevo mundo que creamos que, a veces, nos cuesta mucho salir de él. Los personajes, como sombras, nos acompañan a cada paso, respirando cerca, y haciéndonos partícipes de cada uno de sus movimientos. ¿Qué sería de ellos sin nosotros? ¿Qué sería de nosotros sin ellos?
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