No está permitido soñar

Hoy quiero compartir con vosotros una pequeña reflexión. El otro día estuve mirando por la ventana el ir y venir de gente por un parque cercano a mi casa. Algunos iban con niños y otros solos. Mientras les observaba, intenté imaginar sus vidas, ilusiones y sus sueños. Intenté averiguar qué es lo que quieren conseguir de la vida.

Sí, lo sé. Fue una ocurrencia un poco tonta. No se puede saber de verdad qué piensa la gente solo con mirarla. Se puede imaginar, pero no saber. Son viejas costumbres de una socióloga observadora con mucha imaginación. El caso es que viendo sus prisas, sus rostros y gestos, llegué a la conclusión de que la mayoría de esas personas, salvo los niños, ellos, por el momento y por fortuna, van por libre, ya no tienen más ilusión que la de sobrevivir.

gente

Cuando uno es joven, piensa que se comerá el mundo. Piensa en todo aquello que hará según los años avancen. Sueña en mayúsculas porque aún conserva esa capacidad. Sueños infinitos, eternos y llenos de ilusión. ¿Y qué ha pasado después? ¿Qué ha sucedido? La vida. Simplemente la vida.

Y es que creo, es mi opinión, que vivimos en una sociedad creada y construida a base de la eliminación de los grandes sueños. Ya no está permitido soñar porque los que sueñan no siguen al rebaño. Piensan por su cuenta y eso significa salirse del camino marcado e ir por libre lo que puede provocar fisuras en el pensamiento único y en el devenir práctico y funcional de una sociedad creada para producir y consumir. Una sociedad alienada a la que llenan el pensamiento de pan y circo y no se da cuenta de ello. Sonríe, satisfecha, y sigue a la oveja de al lado.

Nos hemos convertido en esclavos. Hemos renunciado a nuestros sueños para subsistir, que no es poco. Y es que los sueños son muy caros y no me refiero a dinero. Me refiero a que soñar, hoy en día, tiene un coste demasiado elevado. Queremos o creemos que queremos una casa, un coche, una familia, un trabajo, ir de vacaciones, salir a cenar, comprar ropa bonita… Todo eso, en muchas ocasiones, no se lleva bien con los sueños.

La sociedad se ha creado y ha crecido conforme a una serie de reglas que hacen que ser diferente, soñar, tener ilusiones e intentar crear esté visto como poco menos que un pasatiempo poco útil. Si de ahí, después, por cosas del destino, sale algo que permita sacar provecho, te dejarán ser soñador, pero no antes.

Y así, construyendo cada día un mundo con menos soñadores, sin tiempo para soñar porque es cierto que el tiempo se evapora sin dar respiro, olvidamos que a lo largo de nuestra historia han sido, precisamente, los sueños y los soñadores los que han impulsado grandes cambios en nuestro mundo. Soñar con ir a la luna, volar como los pájaros, con que un aparato contenga millones de datos y nos ayude en el trabajo y el ocio, con componer la canción más bonita del mundo o escribir una historia que llene el universo de magia o, tal vez, de conocimiento. Eso y mucho más es soñar.

Los sueños son grandes impulsores del avance, el enriquecimiento, el intelecto, la alegría y, en definitiva, la vida. Así que soñad y no vayáis a la farmacia, como decía la canción de Sabina, a por pastillas para no soñar porque soñar, aunque no guste, es vivir.

 


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