Y si…
Así. Tal cual. Con esa pequeña introducción pueden nacer grandes ideas.
Muchas veces, cuando me preguntan de dónde surgen las mías, suelo responder que de un “y si…” porque no hay mayor fuente de inspiración que la curiosidad. Por ejemplo, vas por la calle, ves una mujer que pasea sola. Parece triste. La miras, la observas y, como una chispa, a tu mente acude una idea. Pequeña en principio. Solo una idea, pero que no deja de rebotar en tu cabeza. Pasan los días e incluso las semanas y, al final, esa pequeña luminosidad es el germen de una gran historia que contar.