Publicación “La isla de las musas”, finalista Premio Planeta

Muy orgullosa os presento mi última novela, La isla de las musas, que quedó 4ª finalista del Premio Planeta 2017, ya la venta en Amazon.

La isla de las musas nos presenta a Ricardo Pedreira Ulloa, un escritor alcohólico y en horas bajas que regresa a su Galicia natal, a la isla donde creció, para recuperar la inspiración perdida y sanar un cuerpo colmado de excesos. Allí se encuentra con una misteriosa mujer que logrará que esa ansiada inspiración regrese, pero que también despertará en él otra clase de sentimientos. Y lo hará a través de una simple pregunta: «¿Sabes quién soy?».

En la isla, además, se esconden secretos que harán resurgir en el escritor partes de un yo que parecía olvidado. Secretos como los que se ocultan en el faro abandonado del islote, antes llamado el Faro del Amor, y en una vieja caja metálica que es el origen de una historia que cambiará, para siempre, la vida de los protagonistas.

La isla de las musas es una novela diferente de intriga y terror clásico en la que lo sobrenatural coexiste con el amor y el horror; la locura y la lucidez; la inspiración y la nada.

Se trata de una historia singular en la que la lluvia canta fados, el viento la acompaña y uno puede perderse sin dificultad en la inmensidad de un océano siempre lleno de secretos. Una novela en la que los rayos de luna existen como los imaginó Bécquer y de los manantiales brotan ojos albahaca. Una historia de locura, culpa, amor y olvido inspirada en leyendas, poesía e historias de grandes autores como Bécquer, Poe o Wilde y conducida por los tangos de Malevaje y el  Heavy Metal de Red Wine.

La novela, apostando por las nuevas plataformas de edición, está a la venta en Amazon tanto en formato digital como en papel.

Podéis encontrar más información sobre la novela en: http://www.veronicagarciapeña.es

Mil estrellas

Trazó mil estrellas, brillantes, preciosas, para poder formar tu imagen. Al contemplarlas, divisó tus ojos  y sobre el eterno mar las fundió para crear tu cuerpo.

Te amó en silencio como la lluvia ama las flores; en silencio como la armonía ama a las notas musicales. En silencio…

Una mudez que a menudo era la balada de esa pasión furibunda que su alma siente por ti y, otras veces, fuga camino de la locura.

Eras la nota de laúd que surca el tiempo hasta colmar su mente de quimeras. Antes, si nadaba en el mar donde naciste, la luna le daba tu cuerpo y la brisa tu aliento.

Esos hermosos broches que eran tus ojos, verdes, albahaca, empujaron su pluma y le hicieron trazar la mejor de las historias; la más bella y hermosa.

Le dejaste amarte con locura y pasión. Le dejaste entrar sin vacilar en tu mundo apretando entre tus manos su vida, su alma y su mente, y mientras esa fusión se consumía, la luna se apagó y tú, ese ángel con el que la noche en vela abraza al poeta, se fue. Te fuiste.

Hoy tus alas forman un corazón roto, como el suyo cada vez que mira las estrellas y tú no apareces. Estrellas que ora no brillan como antes; estrellas que ora no se funden con el mar.

¡Ah, numen que ayer hablabas al poeta! ¿Dónde estás?

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Una historia de las que marcan

Desde hace más de un año estoy trabajando en una novela de esas que comienza siendo pequeñas y acaban convirtiéndose en algo muy, muy grande.

La fotografía que os enseño en la que aparecen imágenes, mapas, lugares y dibujos a lado de explicaciones, fechas y datos se ha convertido en parte fundamental de este trabajo que si bien me está resultando duro –quizá sea la novela más difícil que he escrito hasta la fecha-, es también uno de los más gratificantes.

Los que ahí aparecen han sido mis compañeros de viaje durante todo este tiempo, desde que la empecé, y en ellos he posado tantas veces la mirada que cuando tenga que quitarlos de la pared, los echaré de menos.

Todavía queda tiempo para que eso suceda, queda mucho trabajo por hacer, pero me siento satisfecha porque en esa pared hay una historia de las que marcan, os lo aseguro.

 

‘La sombra’

«De todas formas, pensó, ¿qué puede haber dentro de un armario?», y avanzó hacia él.

Mientras iba a abrirlo, volvió a escuchar el mismo ruido, pero, esta vez, sonó mucho más fuerte. Pilar retrocedió asustada. Desde pequeña había sido tímida y, sobre todo, cobarde. Nunca se había atrevido a ir a oscuras por la casa, a mirar por encima del hombro —por si alguien o algo la seguía—, o a echar un rápido vistazo, por la noche, debajo de la cama. ¿Y si miraba y había algo?

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