No siempre escribo una crítica de todo lo que leo ni comparto los títulos. A veces leo simplemente para mí o para otros usos distintos. Leo para textos que aún no han visto la luz, y quién sabe si la verán algún día; para libros secretos que escribo poco a poco, con cariño pero en silencio; o para la radio. Como sabéis, en las ondas me encanta descubriros la gastronomía que se esconde en las páginas de obras muy diversas. Comida y bebida a través de los tiempos, épocas, personajes, historias y autores que no son un simple atrezo de la trama. Revelan secretos, manías, aficiones, desvelos, obsesiones… Es fascinante.
Últimamente, dedico mucho tiempo a la relectura, a explorar de nuevo esos libros que guardo en mis estanterías y que son como un refugio. Para mí, volver a leerlos representa, en cierto modo, el regreso a un espacio cuidado donde las palabras, tanto las dichas como las calladas, ocupan su lugar sin ser oscurecidas por las normas comerciales actuales. Por eso, hoy quiero compartir la imagen de un libro muy especial que he vuelto a leer: Alicia en el país de las maravillas, Alicia a través del espejo (también conocido como A través del espejo y lo que Alicia encontró allí) y La caza del Snark (relacionado con las aventuras de Alicia porque hace referencia al poema Jabberwocky que aparece en A través del espejo), de Lewis Carroll.
Qué sensación tan maravillosa es regresar a una historia después de años y descubrir que ha cambiado. Es diferente a la ya leída y eso es algo mágico. Tal vez por esta razón, aunque no quiero cansaros, a partir de ahora, si os parece, compartiré más de estas nuevas lecturas de antiguas historias.
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