El contrato

Ahora que tengo próximo tu aliento, no sé si debo acercarme más. Quizá corresponda, pero mi condición me lo impide. No está bien que nos relacionemos.
¿Por qué? Tú lo sabes bien. No deberíamos ni hablar.
No juegues conmigo. No llores. No derrames ni una sola lágrima más, pues no conseguirás convencerme. Solo enloquecerme.
Haces que mi conciencia, de la que carezco, aparente real cuando no lo es. ¿Acaso no ves que por mucho que supliques no está en mi naturaleza sentir compasión? Yo no sé qué es la compasión. Tampoco la misericordia. No me implores porque no te servirá de nada.
Sigue leyendo «El contrato»