Feliz Día del Libro 2020
Hoy es 23 de abril, Día del libro y quiero celebrarlo con vosotros a través de un vídeo y un microrrelato dedicado a Antonio Machado. Espero que os guste mucho. Y si os apetece, podéis compartirlo.
Hoy es 23 de abril, Día del libro y quiero celebrarlo con vosotros a través de un vídeo y un microrrelato dedicado a Antonio Machado. Espero que os guste mucho. Y si os apetece, podéis compartirlo.

Beso, ósculo, pico, besuqueo, baboseo, toque, roce, contacto, caricia, mimo…
Hay muchas formas de llamar a un beso y cuantiosos tipos de ellos. Tantos como sentimientos puedan esconderse en un gesto tan pequeño y a la vez tan poderoso. Un acto henchido de tanta sinceridad que en ocasiones abruma. Besos de amor y cariño. También de compromiso y obligación. Besos de pasión y deseo, de los que se comen la boca, el sentimiento y el desánimo. Ardientes y sabrosos. O roces castos y cándidos, inocentes. Besos robados y escondidos que se dan bien con la ingenuidad de los primeros amores o con la astucia de los que tienen que permanecer en secreto, furtivos. Besos primerizos, de novato, y besos expertos no aptos para recatados. Besos de afecto entregado, de amor infinito, de ese que, dicen, mueve el mundo y eleva al hombre. Besos, en definitiva, sean como sean, que nos hacen libres porque no hay mayor libertad que dar un beso.
Cada una de esas caricias dice mucho de quien la da y de quien la recibe. Apunta un «te quiero», «hasta siempre», «hasta luego», «ten cuidado», «no tardes», «te echo de menos»… Y mil y un sentimientos más. También pueden no mostrar nada, aunque ese nada ya expresa mucho.

El punto se enfadó, se le erizaron los pelos y se puso como un asterisco.
Copyright © 2019 Verónica García-Peña

Os deseo, de corazón, que paséis unas felices fiestas y una entrada estupenda en el año nuevo. Creo que 2020 va a ser genial. Ya veréis.
¡¡Feliz Navidad y próspero 2020!!

En todas mis novelas, la lluvia está presente, sobre todo en las dos últimas. ¿Sabéis por qué? Porque tengo un recuerdo muy especial relacionado con ella que me acompaña siempre que escribo.
En invierno, cuando estudiaba en la universidad y regresaba de noche, me bajaba del autobús y el aire frío y la lluvia me golpeaban la cara. Esa sensación me decía que ya estaba en casa. Cuando escribo el tiempo que va a hacer en mis novelas, intento plasmar ese recuerdo en las páginas. Me gusta que algunos de mis personajes sientan esa emoción.