Parásitos literarios. ¿Qué son y cómo identificarlos?

Parásitos literarios son todas aquellas personas que se aprovechan de las ideas, contactos, trabajos, visibilidad, pensamientos e incluso sentimientos de otros escritores para su propio beneficio sin dar nada a cambio salvo disgustos. Tan sencillo como eso. Lo más fácil para identificar a este tipo de parásitos es que suelen acercarse a ti cuando tienes cierto éxito o presumen que lo vas a tener a muy corto plazo; también cuando perteneces a un grupo profesional, entidad, etc. concreto de la que piensan que pueden sacar alguna ganancia.

Su forma de actuar responde a la de los aprovechados de toda la vida en cualquier ámbito laboral —el mundo de las letras no deja de ser un ámbito laboral igual a otro—, por lo que no debería ser difícil identificarlos; sin embargo, si tienes un carácter en exceso amable y acogedor, amigable, te costará más. Las experiencias, en este caso las malas experiencias, ayudan a verlos mejor.

Los parásitos disfrazan sus propósitos de simple atención desinteresada, pero de forma general muestran una exagerada curiosidad por tus contactos literarios, por los que te preguntan con asiduidad, incluso por aquellos que debido a los contratos que se firman en el sector (editoriales, periodísticos, de representación, etc.) no puedes desvelar. La cantidad de intentos de obtener esta información se incrementa a medida que se estrecha la relación con ellos, que se habrán convertido en tus nuevos mejores amigos sin que tú te des siquiera cuenta. Luego, este punto es interesante, llegará un momento en el que esa solicitud de información se volverá descarada. Agresiva incluso (verbalmente). Ya no habrá adorno. Esto suele ocurrir cuando los parásitos huelen el final de la relación, bien porque sospechan que les has calado o bien porque ya no tienen nada más que obtener de ti. Te han exprimido lo suficiente y ya no te necesitan.

Dentro de estos parásitos literarios, hay una categoría muy peligrosa y dañina que no solo se aprovecha, sino que también te vampiriza. Te utilizan para obtener beneficio, pero, a la vez, menoscaban tu autoestima hasta dejarte sin alegría ni ganas, como si fueran dementores. Te quitan las ganas de escribir, de continuar luchando por las letras y proseguir camino. Lo notarás porque te sentirás triste y creerás que lo que tú haces no vale o no es lo suficientemente bueno porque tú no lo eres. La técnica empleada por estos parásitos es muy similar a la llamada luz de gas, un tipo de maltrato psicológico que manipula y anula a la otra persona.

De este modo, sus comportamientos irán acompañados de constantes menosprecios a la profesión, lo que no deja de ser paradójico. Odian ser escritores, el mercado editorial y al resto de compañeros de los que suelen decir de todo y nada bueno. Lo aborrecen porque, aseguran, es endogámico, elitista y son siempre los mismos haciendo las mismas cosas. Todos, por supuesto, malos escritores. Mediocres literatos que no se merecen publicar. Vulgares y corrientes. No como ellos, que son brillantes. Muy brillantes. Como ellos no hay nadie. Esto, por supuesto, se da siempre en privado. Públicamente, los parásitos muestran otra cara muy distinta. Una en la que sonríen, admiran y ayudan a otros. Sobre este asunto, me gustaría hacer un inciso, ya que este tipo de personas tiende hacia el protagonismo desmedido de modo que suelen ser el muerto en el entierro, el niño en el bautizo o la novia en la boda. Así, cuando ‘ayudan’ a otros y hablan de sus libros, actos, presentaciones, trabajos, etc., en realidad, hablan y se ayudan a sí mismos.

Después, un día se van. Bye, bye. Desaparecen de tu vida y actúan como si nunca hubieran estado en ella. Ya no les eres útil. Han sacado toda la información, ideas, formas de trabajo, trucos, etc que necesitaban y, además, en el caso de los vampirizadores, te han eliminado como competencia porque para este tipo de personas, con independencia de que realmente lo seas o no, eres competencia. Y digo que te han eliminado porque durante un tiempo te costará volver a creer. Creer en todo, lo que incluye creer en ti. Continuarás camino, por supuesto, pero te resultará más difícil y cansado.

Otro modo de identificarlos es que este tipo de parásitos literarios vampirizadores suele contar con un grupo de fans o seguidores incondicionales, adeptos y admiradores que rozan el fanatismo y que son los encargados de desvelar al mundo la brillantez oculta de estos parásitos. Acólitos que, con el paso del tiempo y un poco de maña, descubrirás que son, en su mayoría, cuentas falsas creadas por los propios parásitos y/o su entorno más cercano. Estas cuentas les sirven para halagarse a sí mismos, crear lo que hoy se llama hipe respecto sus actos, trabajos y futuras obras, y también —es una desgracia y una lástima, pero es así y hay que saberlo—, para vengarse, por supuesto, de aquellos que se dan cuenta de su juego y les mandan a freír espárragos. Son acosadores literarios. Acosadores virtuales.

Esto son y así actúan, de forma general, los parásitos literarios que no dejan de ser, en el fondo, como los parásitos sociales normales, pero en el ámbito de las letras. Y así son y así actúan los parásitos vampirizadores. Espero que os sea de utilidad para identificarlos a tiempo y no sufrir las consecuencias de mantener con ellos una relación que vaya más allá de la educación y la cortesía profesional.

¿Qué son los #ParásitosLiterarios? ¿Cómo actúan? ¿Y cómo se les puede identificar? ¿Qué tipos hay? En #ElJardíndelsur se intenta dar respuesta a estas y otras preguntas sobre este tipo de aprovechados.


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