El jardín del sur

He tardado mucho en leer este libro. Siempre me ocurre igual con los libros de Dicker. Me apetece leerlos en cuanto salen a la venta, pero tardo en hacerlo. Dejo que la vorágine inicial de publicidad y críticas (de todo tipo y color) se tranquilicen, incluso desaparezcan, para después ser yo misma (y solo yo) quien se cree su propia opinión, sea buena o mala. Es la mejor manera de leer este tipo de superventas. De otro modo, estaría siempre contaminada y no los disfrutaría ni sería objetiva, aunque reconozco que tal vez con este hombre no lo sea del todo. Cada una tiene sus debilidades. Todo se debe a sus primeros libros, sobre todo al de los Baltimore, en los que, de algún modo —supongo que tiene que ver con el momento en el que los leí— me reconciliaron con una literatura de disfrute.

He tenido mis altibajos con Dicker, aunque siempre he sido buena con él. Como os decía, tengo mis debilidades y él es una de ellas. Y lo he sido porque veo y he visto en sus textos, incluso en algunos más flojos y anodinos, algo —párrafos, partes, capítulos, lo que sea— que me ha hecho sentir que hay un brillo especial en su narración (a pesar de su rebaje de los últimos tiempos. Imagino que para adaptarse al mercado) y sus mil veces copiadas historias. ¿Os habéis fijado en esto? Seguro que sí. Cada vez hay más autores que imitan sus historias casi tal cual. Sin disimulo y tan parecidas que sonrojan. Qué feo se me antoja, pero, bueno, ¿quién soy yo para decir nada al respecto si eso es lo que hoy, al parecer, gusta al sector editorial y, tal vez, al público? Fotocopias de un original de éxito.

De regreso a Dicker y a la novela de la que hoy hablamos, El caso Alaska Sanders me ha gustado más que las últimas de suizo. Me ha recordado al Jöel Dicker de los inicios. Misterioso, es un libro que combina la intriga con una hábil construcción narrativa. La trama nos lleva a Pleasant, una pequeña localidad de New Hampshire, donde la desaparición de una joven estudiante, Alaska Sanders, desencadena una serie de eventos que revelan que la tranquila comunidad no lo es tanto.

Es una trama compleja, con muchos giros a modo de red, tanto a nivel de personajes como de motivos. Eso la hace, a mi juicio, más divertida, pero también más difícil de leer. Quizá por eso me ha gustado más. A mí lo complicado me gusta porque lo fácil, cuando todo está demasiado masticado, algo que sucede cada vez con mayor frecuencia, me aburre. En este caso, creo que el equilibrio es adecuado. Te mantiene alerta, te recuerda lo mejor de Dicker y destierra esa sensación que se había instalado en sus últimas novelas de cierto artificio a la hora de concluir y/o cerrar las historias, o de construir determinados pasajes.

La narrativa es ágil y envolvente, crea capas en las personalidades de los actores principales, y así enriquece la trama y hace que el lector se cuestione de forma constante sus propias percepciones. Eso siempre es un acierto. Juguemos y juguemos bien. Divirtámonos. Quién es quién y por qué hace lo que hace. Qué esconde en realidad. Cómo lo hizo, si es que lo hizo. Cuándo. La resolución del caso no debe ser un simple desenlace, sino algo que reconfigure la comprensión de los personajes y sus relaciones.

Así, El caso Alaska Sanders es una novela de suspense y también una reflexión sobre la complejidad de las relaciones. Amistad y enemistad. Traición y obsesión. Esta sería, en realidad, la palabra clave de todas las historias que se entrelazan en el libro, las del pasado y las del presente. Obsesión que, quizá, es el motivo por el que me ha gustado más que los últimos libros de Dicker y por el que, seguramente, lo siga leyendo. Debilidad lectora en busca de los Baltimore.

Sinopsis: «Sé lo que has hecho». Este mensaje, encontrado en el bolsillo del pantalón de Alaska Sanders, cuyo cadáver apareció el 3 de abril de 1999 al borde del lago de Mount Pleasant, una pequeña localidad de New Hampshire, es la clave de la nueva y apasionante investigación que, once años después de poner entre rejas a sus presuntos culpables, vuelve a reunir al escritor Marcus Goldman y al sargento Perry Gahalowood. En esta Ocasión contarán con la inestimable ayuda de una joven agente de policía, Lauren Donovan, empeñada en resolver la trama de secretos que se esconde tras el caso. A medida que vayan descubriendo quién era realmente Alaska Sanders, irán resurgiendo también los fantasmas del pasado y, entre ellos, especialmente el de Harry Quebert.

Reseñas anteriores:

• El enigma de la habitación 622 (Joël Dicker)
• La desaparición de Stephanie Mailer (Joël Dicker)
• El libro de los Baltimore(Joël Dicker)
• La verdad sobre el caso Harry Quebert (Joël Dicker)

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