Escribir a mano es importante. Así lo creo. Es un proceso creativo que establece una conexión muy profunda entre el escritor, sus pensamientos y sus emociones. Personalmente, aprecio mucho esta forma de escribir, pues es la que utilizo para la elaboración de la mayoría de mis novelas.
¿Cómo lo hago? Comienzo en el ordenador, donde suelo escribir un primer capítulo, prólogo o prefacio. Después, lo imprimo y, desde ese punto, sigo a mano porque, cuando cojo el cuaderno y el bolígrafo, siento que las ideas fluyen más y mejor. También lo hacen de forma más libre, sin ningún tipo de censura. Libertad total que plasmo en el papel. La escritura manual me permite, además, desconectarme de las distracciones digitales (cada vez tenemos más) y sumergirme de lleno en mi universo narrativo.
Este método tiene un encanto único. Doy vida a mis ideas hasta que me duele la mano. Una vez que he desarrollado partes de la historia, las paso al ordenador y, al transcribir lo escrito, lo reviso, reescribo, ajusto… Eso me permite refinar mis pensamientos y asegurarme de que cada palabra tenga el peso adecuado. Imprimo lo hecho y vuelvo a empezar: leo, apunto, tacho, reescribo y continúo la historia a mano. Así hasta acabarla. Este proceso en varias fases, desde el cuaderno y/o los folios hasta la pantalla, me da la oportunidad de apreciar más cada parte de mi trabajo.
Escribir a mano es una de las formas más afectivas de mejorar la escritura y crecer como autor
Escribir así es más complicado y laborioso, pero también una de las formas más efectivas de mejorar la escritura y crecer como autor. Esta técnica nos ayuda en los momentos complicados de corrección y eliminación, y fortalece la conexión del autor con la historia.
Por eso, siempre defiendo la importancia de este método. Es una práctica que, aunque pueda parecer anticuada, es fundamental. Aporta riqueza, conocimiento, profundidad y satisfacción. Es un compromiso con la historia que queremos contar.
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El jardín del sur 
Yo hace muchos años que dejé de escribir habitualmente a mano. Como consecuencia, ahora tengo una calidad de letra peor y cada día se parece más a la de un médico o alguien bajo los efectos de algún tipo de ataque.
Escribir con el ordenador me proporciona la libertad de estar borrando, corrigiendo, añadiendo, constantemente, palabras, frases y hasta párrafos enteros. Pero en muchos casos, no los tiro a la basura, perdón, a la papelera. Algunas veces suelo guardar textos desechados en una carpeta anexa, por si acaso en algún momento me acuerdo de algo que me quedó bien y tengo que recuperarlo de la papelera.
Para terminar, diré, que soy víctima de una de esas contradicciones que tan bien nos definen a los humanos: me encanta escribir a mano. Pero sobre todo, me encanta escribir con pluma.
Tengo varias plumas, todas ellas más secas que un higo chumbo y cada vez que he intentado recuperar el noble arte de escribir a mano y con pluma, han tardado nada y menos en volver a secarse. Así es que, el placer de sentir cómo se desliza suavemente el plumín sobre un papel, no me dura mucho y no me queda más remedio que escribir con el ordenador.
Definitivamente, escribo con Word.
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Hola. Yo también tengo plumas secas que no hay forma de hacer funcionar. Además, de vez en cuando, todavía compro alguna. Suelo escribir con bolígrafo. Azul o negro. Luego cuando releo, al inicio también son azules, aunque si releo algo ya corregido con bolígrafo, cambio al rojo. Ese es el color de la novela terminada.
Mi letra cuando escribía mano novelas o relatos largos, tampoco es de exposición porque tiendo a escribir igual que cuando estudiaba. Abreviaturas por todas partes, verbos sin conjugar bien, repeticiones… Porque en ese momento mi cabeza va más rápido que la nano y tengo que alcanzarla.
Para mí es una forma estupenda de avanzar, pero en este oficio, es importante saber que hay tantas formas y consejos como escritores.
Muchas gracias por leerme y compartir
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