Agentes literarios y propuestas de edición

Llevo toda la semana dándole vueltas a esta entrada. Había pensado hacer una en la que explicar algo nuevo sobre las propuestas editoriales, los agentes literarios, las cartas de presentación, etc., pero en cuanto me ponía delante del ordenador, me bloqueaba. ¿Por qué ? Creo que por una razón tan sencilla como, en el fondo, un poco triste. Sirve lo que sirve y en estos tiempos que nos han tocado vivir en el mundo de las letras, es más bien poco.

No quiero ser derrotista ‒sigo mandando cartas de presentación y propuestas editoriales con la mayor de las ilusiones y la mejor sonrisa‒, pero lo cierto es que este tipo de comunicación tanto para conseguir una editorial como para conseguir un agente literario, cada vez se utiliza menos.

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De regreso

Las vacaciones tocan a su fin y es hora de ponerse manos a la obra. ¿Tenéis ganas? ¿Os apetece? Yo os invito a acompañarme por los muchos y singulares senderos que tiene este nuestro jardín del sur.

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En esta nueva temporada podremos pasear entre libros, fotografías, letras y curiosidades. Hablaremos del registro de la propiedad intelectual, del olvido al que es sometida la historia literaria que albergan ciertas ciudades por el peso del turismo excesivo o de los fallos ortográficos repetidos que acaban siendo norma, entre otras muchas cosas. Sigue leyendo «De regreso»

«La crucifixión de los ciegos» (Alexander Copperwhite)

Título: La crucifixión de los ciegos
Autor: Alexander Copperwhite
Amazon (2015)

La crucifixión de los ciegos

La historia de la que vamos a hablar hoy es un relato corto de terror y suspense de Alexander Copperwhite, del que ya hablamos con anterioridad cuando reseñamos La vértebra de Dios. Copperwhite es un autor, en su mayor parte autoeditado, con más de 20 obras publicadas, que ha sabido llegar lejos con su prosa y su buen hacer, y es que este chico escribe muy bien.

Muchos de sus trabajos, además, se pueden descargar de forma totalmente gratuita y legal tanto en su página web como en diferentes plataformas literarias de internet (La casa del libro, Amazon, etc.). Esto facilita que todos podamos disfrutar de su literatura sin dejarnos para ello una fortuna.

La crucifixión de los ciegos nos traslada hasta Grussent, Hannover, al año 1803. Los mendigos se amontonan en las calles provocando innumerables quejas de los vecinos al alcalde de la ciudad. Los miran con desprecio, como despojos, pero no hacen nada para ayudarles a salir de la situación difícil en la que se encuentran. Sigue leyendo ««La crucifixión de los ciegos» (Alexander Copperwhite)»

Autoedición en música, cine y literatura

La autoedición, a pesar de lo que muchos puedan pensar, no es un término asociado únicamente a la literatura. La música y el cine también tienen relación con él. La diferencia entre esa asociación radica en el modo en el que se valora.

A lo largo de los años han sido muchos los músicos que, bien huyendo de la servidumbre a las grandes discográficas o bien porque no han llegado a un acuerdo con estas, han decidido ser ellos mismos los que se editaban sus discos. Ejemplos tenemos muchos, pero os pondré uno que es muy gráfico. Roberto Iniesta, cantante de Extremoduro, cuando el grupo quiso sacar su primer disco en 1989, fue casa por casa (sí, habéis leído bien, casa por casa), en busca de financiación para sacarlo adelante. Fue pidiendo dinero a cambio de una copia que, cuando el disco viera la luz, sería enviada a cada uno de los donantes. Y así lo consiguió.

En el cine pasa algo parecido en el inicio de muchos de los cineastas que hoy son un mito. ¿Cuántas veces hemos oído hablar de directores que empezaron con pequeños cortos sufragados por su propio dinero o con la ayuda de familiares y amigos? Innumerables. Lo que pasa es que no nos enteramos de esos difíciles inicios hasta que ya son directores consagrados y pensamos que el camino les ha sido fácil. No es así. Muchos tuvieron que apostar por ser ellos mismos los que se producían sus películas.

Eso que muchas veces llamamos cine independiente, también se autoedita. Un cine por el que las grandes compañías cinematográficas no apuestan y que debe buscar su financiación en otro sitio. ¿Y qué pasa con este tipo de cine? Nada. Nos gusta y hablamos de él, quizá, con más admiración que de las grandes producciones.

Cine y música, y ahora llegamos a la literatura. Aquí el asunto cambia de forma radical.

Cuando un escritor no llega a un acuerdo con las editoriales o no consigue que se fijen en su obra, se plantea la posibilidad de la autoedición, más fácil en los últimos tiempos gracias a la aparición de distintas plataformas como Amazon. El escritor autoedita el libro y, a diferencia de lo que pasa con músicos y cineastas, parte del público y de la crítica, y gran parte del sector literario no lo alabarán, sino que lo considerarán de segunda o tercera. Y no porque su obra sea mala, sino porque hay quien opta directamente, sin darle ninguna oportunidad, por no leer esta literatura. Piensan que, al no haber pasado por los criterios tradicionales de corrección, maquetación, etc., de las editoriales, la calidad será menor o incluso, en algunos casos, nula. «No hay criba previa», dicen, o «cualquiera publica hoy en día un libro», y admito que de todo hay, cierto, pero primero hay que escribir el libro y eso es algo que parece que se olvida. Escribir, amigos míos, doy fe de ello, no es tarea fácil. Ni fácil ni agradecida.

(Aquí, antes de continuar, se debería hacer un aparte sobre los tipos de autopublicación porque estos prejuicios de los que os hablo no se dan en todos los casos. Os recomiendo leer La autopublicación oculta)

He leído malas novelas autoeditadas, pero también las he leído igual de malas siendo estas publicadas por editoriales tradicionales. Por lo tanto, uno se pregunta por esa doble vara de medir. En la música y en el cine sí, pero en la literatura, no. Jamás. Es difícil de entender. Yo, al menos, no lo entiendo.

Y que quede claro, diáfano, que con esta entrada no estoy haciendo boicot o algo similar a las grandes discográficas, productoras o editoriales. Ni mucho menos. Lo único que quiero con esta reflexión es que seamos justos y capaces de valorar las cosas como se merecen.