Ojos de sal

Mansas transcurren las horas, lentas y calmadas. Con las palmas de sus manos rozando el cielo, recuerda la magia de un primer ensueño, la locura de aquel placer que había llenado su vida de plenitud. Ahora, sola, paseando por un largo camino, arrastrando los pies hacia la soledad de la playa, quiere olvidar.
Marcha con la mirada ausente, perdida en la memoria, con lágrimas fijas, saladas como las olas que bañan sus pies. Va corriendo sin alma, vacilando en si acercarse al mar y así, huir del mundo.
¿Qué hacer? ¿Cómo olvidar el tiempo en el que cada noche él la visitaba?
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