Los viernes hablamos siempre de novelas. Es el día de las reseñas, pero hoy me vais a permitir saltarme esa pauta y no hacer la reseña semanal.
Ya sabéis que siempre comparto con vosotros todo lo que supone dedicarse al difícil mundo de las letras. Hemos hablado de publicar, escribir, editoriales, inventar, crear, llamar a puertas, publicidad, etc. Son temas muchas veces arduos o que nos traen de cabeza y por eso hoy vamos a olvidarnos, por un rato, de ellos. Los vamos a dejar aparcados y vamos a ver la otra cara de la moneda, que la hay aunque a veces cueste verla. Y es que al final, toda carrera de fondo, a veces, tiene sus recompensas.
Ayer tuvo lugar la presentación de mi segunda novela, De cómo Feliciano San Feliz quiso matar a sus vecinos en la Biblioteca San José de Logroño (La Rioja), y fue una tarde muy amena y alegre. Me lo pasé genial.
Hablamos de la obra nueva y también de la anterior, Bendita palabra. De cómo nacen las ideas, los personajes y me preguntaron sobre la forma de investigar para escribir. Tratamos el tema de los cambios de género, de la especialización de los escritores y de cómo afecta eso a los lectores. Lo cierto es que me hicieron un montón de preguntas interesantes sobre lo que significa escribir y todo lo que conlleva.
Las presentaciones sirven para darse a conocer, pero también para reencontrarte con caras conocidas entre el público y para darte cuenta de cómo tu trabajo va, poco a poco, dando sus frutos. Hace mucha ilusión que vengan personas con tus libros para que, tras la charla, se los firmes.
Otro día hablaremos de forma más extensa sobre las presentaciones, pero hoy sólo quería compartir con vosotros algo bueno y divertido, la otra cara de la moneda.