«La huella del pájaro» (Max Bentow)

Título: La huella del pájaro
Autor: Max Bentow
Destino (2012)

La huella del pájaroLa huella del pájaro es la primera novela del alemán Max Bentow y es el comienzo de una saga protagonizada por el comisario Nils Trojan.

Max Bentow es en realidad el pseudónimo de un autor berlinés que ha desarrollado una larga carrera como actor teatral y dramaturgo, y que ahora se estrena como novelista.

La huella del pájaro nos presenta a un asesino en serie cruel y despiadado. El más peligroso al que el comisario berlinés Nils Trojan se ha enfrentado nunca. Escoge mujeres jóvenes y rubias, les arranca el cabello y los ojos y coloca en el vientre de los cadáveres un pájaro muerto. ¿Qué busca con eso? Son todas rubias, ¿por qué? ¿Qué hace con el pelo y los ojos? ¿Son trofeos?

Una niña, hija de la segunda víctima, es la única pista con la que cuenta Trojan ya que podría haber visto al asesino de su madre. El comisario cree que la niña puede ayudarles, pero la pequeña desaparece en misteriosas circunstancias.

Divorciado y con una hija adolescente a la que apenas ve, Trojan es un hombre atormentado por pesadillas y ataques de pánico. Su único alivio son las citas que concierta con Jana Michels, su psicóloga, por la que siente un interés que va más allá de lo profesional. Un interés que puede ponerla en peligro.

La huella del pájaro es una novela rápida, sin pausa. Precipitada, dirían algunos. Se lee tan rápido que se termina enseguida. Para cuando uno quiere darse cuenta, ya ha llegado al final. Esa rapidez e inmediatez suele ser un punto a favor de la estructura de este tipo de historias ya que las hace adictivas pero, a veces, puede provocar sensación de falta de definición de aspectos importantes de los personajes si estos no se precisan adecuadamente o se dan demasiadas cosas por supuestas. Eso es lo que creo que pasa con el asesino que Max Bentow nos presenta. Va todo tan rápido que no da todas las respuestas a las cuestiones que el lector se plantea sobre él. Y las que da pueden resultar vagas, típicas o de compromiso.

Quizá la falta de respuesta o la vaguedad de explicaciones, en realidad, se deba a que parte de ellas las encontraremos en sus próximos libros. A veces, en las sagas, se juega a dejar cosas sin contar o explicar para obligar así al lector a ir a por la siguiente novela. No lo sé, pero lo averiguaré. Las sagas y yo tenemos una relación especial. Siempre que es posible, me gusta terminarlas, aunque sólo sea por saciar la curiosidad y atar todos los cabos.

Que conste y vaya por delante que la historia es buena. Parece la típica de asesinos en serie y policías traumatizados, pero tiene su punto diferenciador con el asunto de los pájaros muertos sobre los cadáveres y el corte del pelo de las víctimas. El modo de actuar del asesino es turbador y genera puntos álgidos de miedo y angustia en el lector. Hay aspectos sobre él que os dejarán impactados como, por ejemplo, cuando averigüéis qué hace con el pelo que arranca a sus víctimas o cómo va vestido para matar.

En cuanto al policía traumatizado, ahí sí se puede ver la aplicación de un cliché típico de algunas novelas policiacas cuyo protagonista investigador varón pasa una crisis personal y profesional que le hace parecer débil, pero en el que confiamos. Y confiamos porque suponemos desde el principio que dará con la verdad y atrapará al asesino convirtiéndose en el héroe. Los clichés no son malos. A mí los polis traumatizados me gustan porque le dan vidilla a la historia, pero encuentro que, quizá por la rapidez de la que antes hablábamos, Nils Trojan se me queda como un policía traumatizado a medias. Me explico. Sí tiene problemas familiares, personales y ataques de pánico, pero me parece una versión edulcorada del poli traumatizado de verdad, del poli duro afligido por todos los problemas que le acechan y por los cadáveres que tiene escondidos en el armario.

Dicho todo esto, la novela no está mal. Se lee rápido, es entretenida y pasaréis un buen rato. Además tiene sus puntos fuertes, como es una estructura rápida y eficaz que lleva al lector a no dejar de leer y a ir a por ella en cuanto tiene un ratito libre, algo que no es nada fácil de conseguir.


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