Sherlock Holmes

Hoy toca pasarlo bien. Hoy toca recordar y sonreír con viejas series de dibujos animados que nos hicieron aprender mucho, acercarnos a la literatura y disfrutar.

Comenzaremos, como siempre lo hacemos en esta estupenda sección cargada, he de reconocer, de cierta nostalgia, con un vídeo. A por él.

¿Ya habéis dejado de cantar? ¿Seguro?

Pues bien, estoy convencida de que me mentís. La canción os va a acompañar el resto del día. Es inevitable. Pero no importa porque lo hará seguida de una sonrisa.

Estos dibujos animados son unos de mis favoritos. De pequeña, no me perdía ni un solo capítulo. ¡Cómo me gustaban!

La serie es una adaptación en anime de las aventuras de Sherlock Holmes, el famosísimo personaje creado por Sir Arthur Conan Doyle. Anda que no ha habido y habrá adaptaciones de sus aventuras. Eso sí, las historias de los capítulos, 26 en total, sólo recuerdan un poco a los relatos originales de Conan Doyle. El resto es libre.

En ella, la acción se sitúa en el Londres de la época victoriana y los personajes aparecen como animales con apariencia antropomorfa, en su mayoría perros.

Sobre la historia en sí, no es necesario explicar demasiado. Todos conocemos quién es Holmes y a qué se dedica. También quién es el doctor Watson, la señora Hudson o el profesor Moriarty. Los dibujos siguen, como otras series con personajes humanos, investigaciones de robos, desapariciones, etc. Casos complicados que Holmes resuelve con astucia e inteligencia, y que chafan, claro está, los malvados planes del profesor Moriarty. La canción de introducción, en el fondo, ya nos lo cuenta todo. La verdad es que es una excelente recapitulación de lo más característico de la serie.

Os habréis dado cuenta de que hablo de ella en presente y es que, aunque ya no se emita, en internet se pueden encontrar capítulos al completo y revivir, a través de las nuevas tecnologías, aquellas tardes o mediodías, no recuerdo con exactitud a qué hora la echaban, de diversión.

Eran ratos en los que uno ni pestañeaba para no perderse ni un detalle de cada nueva aventura de nuestro canino Holmes. Ratos en los que aprendimos un montón sobre este particular personaje y sus amigos o enemigos y, como ocurría con otras series de las que ya hemos hablado (Don Quijote de la Mancha o La vuelta al mundo en 80 días), la literatura se acercaba a nosotros sin que nos supusiera un mal trago. Todo lo contrario. Era genial.

Los dibujos animados de nuestra infancia, esos que recordamos con cariño, yo al menos así lo hago, no sólo nos divirtieron. También nos ayudaron a crecer utilizando la cabeza. Me explico. No se trataba únicamente de pasar la tarde delante de la tv y desconectar, tal y como hoy ocurre al ver determinados dibujos animados. No. Era otra cosa. Consistía en aprender. Todos queríamos ser más listos que Holmes y dar antes que él con el culpable o la solución. Eso hacía que nuestra mente funcionara mejor, que tuviéramos más imaginación, más ganas de aprender y que pensáramos. Sí. Pensar. Y eso no es una bobada porque lo de pensar, últimamente, está en decadencia.

Pues lo dicho. Recordemos, cantemos y sonriamos. A disfrutar de este día porque la nostalgia no siempre es algo malo.


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