Título: Luna helada
Autor: Jan Costin Wagner
Edhasa (2003)
Últimamente, en cuanto a novela negra, me estaba centrando mucho en la literatura sueca. Me gusta su forma de narrar crímenes y oscuras historias envolviéndolas siempre de un ambiente que te engulle, de paisajes que te acorralan o de secretos inconfesables.
Tenemos creadores de grises donde nadie es completamente bueno o completamente malo y donde las leyendas y antiguos mitos escandinavos siguen reinando, como es el caso de Johan Theorin. También a quien rodea sus historias de una realidad inquietante que, al leer sus libros, amenaza con asfixiarte, como los Kepler. Y hay quienes optan por contarnos, con un lenguaje sencillo y fácil, crímenes duros cargados de misterio pasados que te enganchan sin remedio. Así lo hace Camilla Läckberg.
Tras todas mis aventuras suecas, decidí bajar un poco geográficamente hablando e investigar otros autores del género alejados de las islas y los secretos de Suecia. Opté por un alemán, por el joven escritor Jan Costin Wagner, y mi sorpresa fue mayúscula cuando en lugar de bajar, como yo creía, acabé subiendo. Me explico. Resulta que las historias de sus novelas no transcurren en tierras germanas. El centro del universo de Jan Costin Wagner está situado en Finlandia, debido a que es la tierra de origen de su mujer.
Luna Helada es la primera novela de este escritor y la que inaugura una serie cuyo nexo común son las enigmáticas y frías tierras finlandesas, y un triste, muy triste, detective.
Esta novela nos presenta a Kimmo Joentaa que vuelve al trabajo tras la muerte de su joven esposa. Sólo ha pasado un día desde su fallecimiento, pero el policía finlandés, incapaz de asumirlo, no puede soportar quedarse solo en casa. Una casa, situada frente a un lago en un solitario paraje a las afueras de Torku, que no hace más que recordarle su vida anterior, cuando era feliz.
En la comisaría consigue un nuevo caso con el que pretende mantenerse ocupado y no pensar en su esposa. Una mujer ha aparecido muerta en su casa, asfixiada en la cama con una almohada. La puerta no ha sido forzada, no ha habido robo y no hay móvil. Joentaa no tardará en descubrir que se enfrenta a un resbaladizo asesino en serie, volcándose de manera frenética en la investigación.
Su trama resulta interesante, sobre todo el cuanto a la relación que se establece entre el detective y el asesino. Se parecen en muchos aspectos y acaban empatizando.
El paisaje finlandés es embriagador y casi tan doliente como el protagonista de esta historia. A lo largo de mis años como lectora he conocido a muchos detectives y policías, pero nunca a uno tan triste y desamparado. Jan Costin Wagner consigue transmitir dolor cuando pensamos en Kimmo Joentaa y eso no es fácil.
El escritor alemán nos presenta, además, a través de descripciones muy buenas, Finlandia, una tierra lejana, hermosa y bella. Hace de su paisaje y su frío, un personaje más de la novela. La convierte en la compañera inseparable de la soledad, el dolor y la congoja que persiguen y abrazan a Joentaa.
Los retratos de los soberbios y helados paisajes finlandeses consiguen, a cada página que pasas, devorarte y te provocan un sentimiento hondo de angustia y zozobra por lo que Luna Helada no es una novela para leer en horas bajas, os lo aseguro. Aunque su historia sea simple, creo que nunca había leído una obra tan triste y eso, no hay que olvidarlo, que estamos hablando de novela negra. Esto se debe, en mi opinión, a que el verdadero hilo conductor de este relato y su protagonista principal es en realidad la tristeza, la soledad y el duelo.