
MUNDO ELÉCTRICO
Apretó con fuerza el cuello, retorciendo entre sus dedos los cables que daban vida a ese androide al que nunca amó, pero con el que siempre soñó. Presionó hasta que lo apagó y sus chipas se esfumaron.
Después, se sentó en el diván, a su lado, y lo miró con pena. ¿Qué iba a ser de él ahora? ¿Cuál sería su motivo para seguir adelante? Entonces puso las manos en su propio cuello y tiró de los cables. Él también debía apagarse.
Copyright © 2022 Verónica García-Peña