Estas son las flores de mi infancia y de mi imaginación. El caserío de mi abuela, donde nací y pasé mis primeros años de vida, sigue vivo en ellas tal y como un día fue; tal y como después lo he imaginado y tal y como hoy es.
Mi flor preferida es la dalia y miles de dalias hay en ese especial jardín de mi infancia. Con ellas escribo. Con su recuerdo, su aroma, sus formas. Con ellas construyo historias. También con otras flores, claro, igual de presentes en este singular vergel como las rosas, calas u hortensias. Margaritas, azucenas, lavanda, gardenias, lirios, gladiolos… Todas estas y algunas más forman parte de los caminos de este portal literario y de algunos de sus rincones, aún por descubrir, donde se esconden las historias que mi imaginación crea y mi pluma traza. Flores que son inspiración y consuelo. Recuerdo y vida.
La foto es actual, de este otoño con tintes de verano, y me la envía mi tía Carmen, que es la que ahora cuida esas y otras muchas flores en el caserío.
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