«Asesinos sin rostro» (Henning Mankell)

Título: Asesinos sin rostro
Autor: Henning Mankell
Tusquets (1991)

Portada Asesinos sin rostroAsesinos sin rostro es la primera novela de la saga Wallander del sueco Henning Mankell, un escritor con una gran trayectoria literaria que incluye novelas policíacas, títulos juveniles y también teatro. De hecho, sus inicios fueron como dramaturgo. Para nosotros, sin embargo, es conocido sobre todo por la serie de libros centrados en el personaje del detective Kurt Wallander, que da nombre a la saga, traducidos a varios idiomas y llevados al cine y la televisión. La versión televisiva más cocinada de esta serie de novelas policiacas es la realizada por la BBC, donde el actor británico Kenneth Branagh encarna al melancólico detective Wallander.

El hombre inquieto fue el título de la novela con la que Henning Mankell decidió jubilar a Kurt Wallander, pero hace apenas unos meses salió a la venta otro libro de la serie titulado Huesos en el jardín donde Wallander vuelve a ser protagonista. Se trata, en realidad, de una novela corta escrita tiempo atrás y que ahora Mankell ha decidido sacar a la luz pública como broche final a la gran historia de más de 20 años de este detective, que ya es todo un clásico. En ella, el propio Mankell nos relata cómo surgió la idea de crear el personaje, así como una breve reseña de cada libro de la serie.

Volviendo a la novela que hoy nos ocupa, Asesinos sin rostro, la primera protagonizada por Kurt Wallander, comienza con el asesinato de Yohannes y Maria Lövgren, un matrimonio de ancianos que vivía en una granja en las afueras de Ystad, en la región de Escania, Suecia. El hombre es torturado con una violencia extrema hasta morir y su mujer, María, que en un principio sobrevive al asalto, también fallece en el hospital donde, antes de expirar, dice una única palabra que removerá conciencias y pondrá el caso patas arriba: “extranjero”.

Al frente del grupo que investiga el caso se encuentra el inspector Kurt Wallander, cuya vida personal no pasa por su mejor momento, que intenta averiguar a contrarreloj quiénes son los crueles asesinos del matrimonio pues al conocerse la última palabra pronunciada por la anciana antes de morir, los prejuicios raciales latentes en Ystad, e incluso en toda Suecia, amenazan con desatar una ola de violencia racial.

El inspector Wallander debe resolver un caso complicado carente de pistas ya que no parece haber móvil y nadie vio a ningún sospechoso en las inmediaciones de la granja. No será un caso fácil, como su vida personal que atraviesa uno de los momentos más sombríos ya que sus relaciones familiares son un desastre y ha empezado a beber demasiado.

Este primer acercamiento a Henning Mankell y al inspector Kurt Wallander resulta de lo más revelador, ya que pocas series policíacas han tenido tanto éxito y han sido tantas veces imitadas como ésta. La clave, a mi entender, es la presentación de Wallander, el protagonista principal, como un hombre imperfecto, muy imperfecto, corriente y normal, alejado lo más posible del súperdetective que podemos leer en otras novelas. Wallander es simplemente un buen hombre, un policía con problemas, pero con principios.

Aunque es justo decir que esta imperfección no es nueva, ya que son muchos los inspectores a lo largo de la historia con problemas personales, adictos al alcohol u otras sustancias, lacónicos y algo perdidos cuyas vidas personales parecen de todo menos perfectas. La clave está en no pasarse de imperfección ni tampoco de lástima. Una medida justa que no es tan sencilla de conseguir como a priori pudiera parecer. Es fácil caer en el exceso tanto en la imperfección de un personaje como en su perfección. El mejor ejemplo de ello lo podemos encontrar en algunas de las novelas de Dan Brown con su profesor Robert Langdon cuya perfección llega incluso a abrumar al lector.

Otra de las características que ha hecho de esta saga un éxito es la forma en la que Mankell nos muestra Suecia. Ahora ya estamos más acostumbrados a una Suecia oscura muy alejada de la imagen de país idílico y falto de problemas que nos viene a la mente cuando pensamos en los países nórdicos, puesto que cada vez son más los escritores escandinavos que así nos lo muestran, pero cuando Mankell fue traducido para España, no estábamos tan familiarizados con la literatura sueca y su modo de exponer lo más sombrío de su país.

Cuando leí esta novela, otro de los aspectos que más se sorprendió fue el modo en el que se lleva a cabo la investigación policial. Me resultó muy curioso ver a los policías buscando cabinas telefónicas para contactar con la comisaría o con sus compañeros, la tardanza en resolver las pruebas criminalísticas, etc. Aunque eso se debe a que cuando yo la leí, habían pasado unos cuantos años desde que se publicó, más de 20. Hoy en día, vivimos acostumbrados a las nuevas tecnologías, al móvil, Internet, correo electrónico, etc. y las técnicas de investigación criminal han avanzado muchísimo, pero en 1991 no era así. Es sumamente interesante ver cómo se hacían las cosas hace dos décadas.

En conclusión, Asesinos sin rostro es un buen acercamiento a Henning Mankell y a Kurt Wallander, donde disfrutaremos de una novela negra que no solo nos habla de temas puramente policíacos y criminales, y donde la imperfección resulta ser un excelente acierto.


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