
UNA PARTICULAR VENGANZA
Desenvainó. Se puso en posición y esperó la primera embestida. Después la segunda y la tercera. La cuarta y la quinta, y todas las que vinieron después, que no fueron pocas, pero no se movió. De él se esperaba lucha y valor, y no pasividad ante la muerte, pero cómo explicar que no hay mayor desagravio que amar al enemigo.
Copyright © 2019 Verónica García-Peña