Figuras literarias V

Ya conocéis la importancia de las figuras literarias o figuras retóricas en los textos que escribimos, tanto si estos son puramente literarios como si son de otra clase. Es una manera especial de emplear las palabras y que otorga una mayor belleza, expresividad y originalidad a los diferente escritos.

En anteriores entregas de esta sección, con la que quiero que aprendamos lo máximo posible sobre estas figuras, hemos hablado ya de ocho: metáfora, hipérbaton, onomatopeya, hipérbole, pleonasmo, personificación o prosopopeya, antítesis y aliteración. Hoy vamos a explicar la anáfora.

Anáfora: es una figura retórica que consiste en la repetición de una o varias palabras al principio de una serie de versos, generalmente consecutivos, u oraciones. Busca un efecto sonoro y rítmico, por lo que es muy utilizada en la oratoria, donde dota de una mayor sonoridad al párrafo que se lee. También se la conoce como repetición.

Este empleo de palabras o conceptos repetidos deliberadamente tiene voluntad expresiva y es importante distinguir este sentido de anáfora del que tiene como término lingüístico (aquí encontraréis más información a este respecto, así como ejemplos). Nosotros nos vamos a centrar únicamente en su aspecto retórico.

La anáfora enfatiza una idea que se quiere remarcar y aumenta la potencia expresiva de esa idea o mensaje. Como he dicho, es una repetición o figura retórica de repetición, así que lo que hacemos en realidad cuando la empleamos, para que nos entendamos, es reutilizar algún elemento del texto escrito.

Creo, no obstante, como siempre ocurre con las figuras, que la mejor forma de entender y aprender cómo se usa, es con ejemplos. Voy a utilizar poesía porque es donde más claro se ve y vamos a empezar por uno muy famoso.

«Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña»

Se trata del poema Romance sonámbulo, de Federico García Lorca. Así es como empieza y la anáfora se ve claramente. La palabra que se repite es ‘verde’; si bien, este poema está lleno de hermosas figuras retoricas que os invito a encontrar, además de disfrutar de un poema de esos que se quedan grabados.

Continuemos con más ejemplos.

«Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas,
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista,
mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías,
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía!»

Este es un fragmento de la Rima IV, del maravilloso Gustavo Adolfo Bécquer. Aquí la palabra que se emplea para enfatizar la idea y dotar de mayor belleza al texto es ‘mientras’, pero al igual que ocurre en el ejemplo anterior, el poema completo (creo que son 36 versos si no me equivoco) está repleto de figuras retoricas. Contiene anáforas, sí, pero también símiles, metáforas, comparaciones, etc. Por ello, es recomendable leerlo con calma, entero, para disfrutarlo e identificar mejor las figuras. Algunas ya las hemos tratado en esta sección de El Jardín del sur. Otras, lo haremos más adelante.

Anáfora. Una figura literaria que a mí, particularmente, me gusta mucho y que uso con cierta frecuencia porque, como os he dicho al comienzo de la entrada, esta figura sirve tanto para poesía como para prosa. Es muy interesante y ahora que la conocemos mejor, será más sencillo utilizarla.

La #anáfora es una #figuraretórica que consiste en la repetición de una o varias palabras al principio de una serie de versos u oraciones. Busca un efecto sonoro y rítmico. Ejemplo: «Verde que te quiero verde./Verde viento. Verdes ramas».

Figuras literarias I

Figuras literarias II

Figuras literarias III

Figuras literarias IV


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