Un amigo en Facebook y su afición a sacar fotografías de ventanas, algunas de lo más curioso, me han dado la idea para la entrada de esta semana en el blog. Ampliaremos nuestros horizontes y nuestra imaginación en la sección ¿Qué ves? ¿Qué imaginas?
Allá vamos.
Mirad la fotografía atentamente.
¿Qué veis?
Parece una vieja ventana con un paisaje de postal a sus pies. A lo lejos se ven montañas, muchas, verdes y frondosas. También nubes algodonadas, suaves y blancas en un cielo perfectamente azul que invita a perder la vista en él.
Pero fijaos un poco más. Acercaos a la imagen, a lo que la ventana nos muestra, al mundo que nos abre. También se ven, pequeñas, muy pequeñas, máquinas trabajando en la construcción de algo. ¿O será su destrucción?
Las ventanas siempre han sido, a mi modo de ver, como la puerta abierta a distintos mundos: los que cada uno de nosotros creamos en nuestra casa. Yo, desde fuera, mirando tu ventana, viendo su estructura, tus cortinas, tus flores, puedo intentar imaginar tu vida, cómo eres o quién eres. Y tú, al otro lado del cristal, puedes observarme e idear quién soy, qué hago o a qué me dedico.
Bien, ahora cerrad los ojos. Recordad la imagen, pero a vuestra manera. Sentidla. Y decidme, ¿qué imagináis?
El acceso a un paisaje que convida a soñar con verdes prados y hermosas campiñas donde perderse. Quehaceres entre ganado, hierba y flores. También nos estimula para recorrer montañas y montañas sin fin en busca de tesoros escondidos un día lejano por el hombre. ¿Qué abrigarán esas vastas cordilleras?
Además podía ser la puerta hacia el pasado. Un agujero de gusano entre el hoy y el ayer o, quizá, el mañana. Sería interesante atravesarlo y ver qué nos depara el futuro.
Ahora os voy a enseñar una foto más. Os voy a mostrar dónde realmente está esa ventana. Os sorprenderá.
Se trata de una ermita abandona en lo alto de una montaña cerca de la aldea de Treguajantes, en La Rioja. Hice la foto hace un par de años. Es un lugar mágico. Perdido entre cerros, solitario, con la sola compañía de alguna abubilla, unas cuantas vacas que por allí pastan y la soledad. Nada más. Cerca se pueden visitar las neveras de Treguajantes, viejas estructuras excavadas en la tierra dedicadas a la conservación de nieve. Y las máquinas que se ven a los pies de la ventana son las encargadas de crear una presa que abastecerá de agua el Camero Viejo, que así se llama la zona.
Ahora que ya sabéis dónde está la ventana que os he enseñado, ¿seguís imaginando lo mismo? Dejad volar vuestra imaginación.