Hoy vamos a hacer un repaso a esos errores que todos hemos cometido alguna vez, sobre todo al principio, al mandar nuestros manuscritos a las editoriales. Algunos pueden parecer bobadas, pero en un sector cargado de noveles intentando abrirse paso, cuentan y mucho. Por eso, debemos evitarlos. Además, no es difícil hacerlo. Se trata sólo de paciencia y atención. Vamos allá.
- No hacer caso de lo que la editorial solicita.
Cuando por fin hemos conseguido que una editorial nos haga caso y nos deja enviarle nuestro manuscrito, suelen pedirlo de una forma concreta, es decir, con unas indicaciones a seguir. A veces piden sólo el manuscrito, otras un resumen y una carta de presentación junto a unos capítulos o sólo unos capítulos de muestra, etc. Bien, pues hay que hacerles caso, aunque nosotros creamos que si mandamos todo lo que tenemos, y que nuestro trabajo nos ha costado hacer, nos irá mejor.
Si no obedecemos sus indicaciones, corremos el riesgo de no ser atendidos, leídos y, por ende, elegidos para una futura publicación.
Hoy en día, cada vez son más las editoriales que en sus webs explican cómo hacerles llegar nuestras ideas y manuscritos. Seguid esas indicaciones y os irá mejor. No garantiza el éxisto, por supuesto, pero sí que el caso sea mayor.
- No prestar atención al texto del mensaje.
En los tiempos en los que estamos, raro es el caso en el que una editorial te pide que le mandes el manuscrito y la información vía postal. Las hay, pero son las menos. Casi todas optan por hacerlo de una forma telemática, bien a través de formularios propios en sus páginas o a por correo electrónico. Y aquí, en el correo, es donde se suele dar otro de los errores típicos.
Nos ha costado ponernos en contacto con ellos y que nos hagan caso. Nos ha costado mucho escribir la novela, hacer la carta de presentación, el resumen o la propuesta editorial y ahora, por fin, ha llegado el momento de mandarles nuestro trabajo. Es genial, pero nos emocionamos tanto y nos entra tanta prisa por hacerlo cuanto antes que no prestamos la suficiente atención al texto y la forma en la que enviamos el correo.
A la hora de redactar el texto del correo, hay que prestarle también mucha atención. Ser educados, no cometer fallos de ortografía o errores gramaticales y firmar de una forma adecuada donde la firma incluya, si tenemos, nuestra web, blog, etc. Pensad que es lo primero que van a leer justo antes de nuestra obra. Debemos dar un buen ejemplo de nosotros mismos.
- No tener paciencia.
Ya hemos hablado en otras ocasiones sobre el tiempo que las editoriales se toman para aceptar o rechazar un manuscrito. Suele ser mucho y, además, no siempre responden. Eso es algo que hay que tener presente desde el principio y ser conscientes de que puede que haya editoriales que no nos respondan nunca.
No hay que pecar de impaciencia y mandar un correo cada dos por tres para preguntar qué hay de lo mío. No conviene porque da sensación de pesadez y desesperación. Y sí, sé que en el fondo es así precisamente como nos sentimos y que no es justo que algunos no se dignen siquiera a mandar un triste correo con la palabra “no”, pero es lo que hay. Funciona así. Además, si insistimos en exceso, podemos acabar pareciendo un spamer.
En estos casos debemos ser, en apariencia al menos, como el Santo Job, con una paciencia infinita. No hay que dejarse llevar por los nervios y la urgencia. A veces puede resultar difícil, pero hay que intentarlo.
Hay otros errores que se comenten y que, con la experiencia y las caídas, se van corrigiendo, pero estos tres que hoy hemos comentando me parecen los más importantes. Espero haberos ayudado y que estos consejos os sirvan para un mejor aterrizaje en el mundo de las letras.
Pues la verdad es que sí, que son observaciones sencillas, pero no por ello desmerece repasar… Saludos, Verónica.
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Así es. Muchas veces, precisamente porque parece más sencillo, prestamos menos atención y eso nos puede llevar a cometer errores.
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