Hay una cosa que fotografío que hoy voy a compartir con todos vosotros: pintadas. Sí. Esas. Las que adornan o ensucian, según se mire, las paredes de nuestros barrios y ciudades. Me gusta saber qué escribe y piensa la gente porque, al fin y al cabo, es una forma de manifestación.
Pintadas de amor, filosóficas, eternas…
Hay quien no puede evitar plasmar en una pared sus sentimientos y su pasión hacia alguien. Besos, caricias, arrumacos en forma de palabras rasgadas en una tapia.
Tenemos quien da los buenos días como si fuera Roberto Benigni en La vida es bella, pues las princesas existen y lo deben saber.
Otros nos hablan de la eternidad. Querer ser infinito y perdurar. Dejar huella, permanecer y persistir en el tiempo perdiendo, tal vez, esa cosa que llamamos cuerpo.
O vivir por algo que valga la pena de verdad.
Y si la filosofía levantara la cabeza y viera que, mientras algunos la olvidan y relegan, hay quien clama por ella en la calle.
Otros buscan un valor que se ha perdido, aunque no sea con una pintada propiamente dicha, y piden ayuda para encontrar ese objeto que consideran de vital importancia para el buen camino de la humanidad.
Y hay, claro está, quien quiere que cada día aprendamos algo o recordemos algo.
Todas estas pintadas que están a nuestro alrededor, forman parte de nuestra vida. Son pensamientos, reflexiones, ideas e incluso proyectos. Así que, hacedme un favor, cuando paseéis por la calle, no dejéis de echar un vistazo a eso otro que se dice, a eso otro que se piensa, a eso otro que se siente.
Una respuesta a “Esas otras cosas que se dicen en las paredes”