Ayer me hicieron una entrevista para la revista Spoonful (un magazine de cultura, ocio y deporte), que saldrá publicada en los próximos días, y entre las preguntas hubo una que me resultó reveladora. En nuestra charla, porque las entrevistas no son siempre pregunta-respuesta y a veces son más una conversación que una especie de cuestionario, salió a relucir la importancia de leer para un escritor, pues ¿es necesario que un escritor lea?
Mi respuesta es clara y contundente. No tengo dudas al respecto. Sí. Es sumamente importante que un escritor, novel o consagrado, lea.
Pienso que un escritor que no lee, puede llegar a aprender a escribir. Puede conseguir unir las palabras de forma que todo ello se convierta en una historia que contar. Sin embargo, a pesar de aprender a escribir y llegar incluso a amar la escritura, le faltará ese algo que convierta su obra en diferente; excepcional en algunos casos.
Escribir sabemos todos pues no es algo exclusivo de genios, pero hacerlo de forma que tu mensaje, bien sea a través de novelas, cuentos, relatos, poesías, ensayos, etc. sea leído, guste, haga que el lector quiera seguir leyendo, disfrute, se emocione, ría o llore, es otra cosa. Es diferente. Para conseguirlo hay que leer porque envolviéndonos de las palabras de otros, clásicos o no, aprendemos no sólo ortografía como he dicho muchas veces, también gramática, estilos, tiempos de narración, a describir un personaje, a relatar sentimientos…
Leer es viajar, aprender, soñar, educarse y experimentar. Ahondar, paso a paso, en la mente de aquellos que con sus palabras nos cuentan historias que no sólo salen de la mano, también del corazón. Escribir no es simplemente juntar letras. Una seguida de la otra hasta formar palabras que unidas constituyen frases, y que asociadas crearán algo coherente y con sentido que podamos leer. Eso no es escribir.
Escribir es ser capaz de transmitir y para eso, uno tiene que pensar con la cabeza y con el corazón. Una cabeza y un corazón instruidos, ilustrados y preparados en la lectura para que mientras ambos batallan por ver quién gobierna nuestras manos, en el papel se haga la magia y las palabras sean más que palabras.
Un escritor que no lee, puede escribir una estupenda novela; una obra que llame la atención, guste y sea muy leída. Sin embargo a esa obra siempre le faltará algo.