
Seguro que en más de una ocasión os habéis tenido que enfrentar a una página en blanco difícil de tratar. Con ideas en la mente que vuelan por nuestro cerebro sin control, pero incapaces de plasmar nada sobre el papel.
Hay días en los que te sientas delante del ordenador o de un cuaderno y por mucho que te estrujes el cerebro y lo exprimas, no hay manera de que de él salga algo digno. Solo frases e ideas sueltas sin conexión con las que no consigues iniciar una historia; una buena historia. Y es que la musa que te inspira es caprichosa y, aunque a veces la llames a gritos, hace oídos sordos a tu petición de ayuda.
Esos días de bloqueo te sientes mal. La inspiración te ha abandonado y te agobias. Incluso llega un momento en el que te obsesionas con el asunto porque basta que no puedas escribir nada interesante para que más ahínco pongas en redactar cualquier cosa.
Pues mi consejo es bien sencillo. Es lo que yo hago. Olvídate. Abandona durante un tiempo el papel y no pienses en ello. No te ofusques por encontrar una buena historia, una buena idea o una buena frase que te haga empezar el camino hacia algo que merezca la pena. Olvídalo y sal a buscar la inspiración fuera de las paredes de tu mente. Quizá la musa ande escondida por ahí.
Observa todo lo que te rodea. De ahí vendrá, cuando ya no la esperes, la inspiración.
Se pueden sacar ideas de muchísimos lugares como, por ejemplo, un periódico. Hay muchas noticias en sus páginas y algunas de ellas pueden ser útiles como germen de una historia. No tienen por qué ser las noticias más grandes ni las más espectaculares. Muchas veces son un breve o una fotografía, las declaraciones de un testigo de un suceso, un faldón de publicidad en la parte de abajo de una página, la taquilla del cine o una esquela.
También hay inspiración en las historias y novelas de otros. De ellos podemos aprender e iluminarnos con sus personajes, sus tramas, etc. Y ojo, inspirarse no es copiar. No estamos hablando aquí, de ninguna manera, de copiar. Eso nunca. Antes es preferible que la página siga en blanco y se quede así. Si copias, entonces sí que la musa se irá para siempre.
Asimismo puedes encontrar inspiración en las vivencias personales que te hayan sucedido. O quizá, en las experiencias de otros. Una aventura que te cuente un amigo, el cuento de miedo de un niño, los chascarrillos de un corrillo, las anécdotas del pueblo… En cualquiera de todas ellas puede estar escondida la musa a la espera de que la despiertes. Y tu mente, ahora sí, comenzará a funcionar y a maquinar una buena historia.
Por lo tanto, la clave está en observar. Muchos los escritores ilustres corroboran esta idea.
Cabe recordar cómo grandes autores, cuyas historias han llegado a millares de hogares, se inspiraron de la forma más ‘tonta’. Esto es, sin buscarlo. J.K. Rowling no buscaba a Harry Potter cuando viajaba en un tren y miraba el paisaje por la ventanilla, pero fue ese tren y ese paisaje lo que la inspiró para crear uno de los personajes más famosos, leídos y admirados de los últimos tiempos en el panorama de la literatura infantil y juvenil.
Parecido le sucedió a Carlos Ruiz Zafón. Visitando las viejas tiendas de libros de Norteamérica y viendo como en ellas había ejemplares que realmente parecían olvidados y hasta enterrados, le vino a la mente una idea, gran idea, de la que después hemos disfrutado todos. Gracias a esas viejas librerías todos hemos estado en el Cementerio de los libros olvidados y hemos sentido y soñado ser Daniel Semper.
Hay muchos otros autores ilustres que también recibieron a la musa de maneras muy poco convencionales. No estaban escribiendo cuando llamó a su mente, sino que estaban haciendo otras cosas como ver la televisión y hacer zapping. Así, entre las noticias sobre una guerra y la competencia entre concursantes de un reality show, creo Suzzane Collins la trilogía de Los Juegos del hambre.
J.R.R. Tolkien estaba corrigiendo exámenes y escribió una frase en un folio en blanco que ya todos conocemos, « En un agujero en el suelo vivía un hobbit », dando inicio a una de las mayores obras de la literatura.
Los hay que han encontrado la inspiración en el fondo de una botella como Ernest Hemingway, Tennesse Williams, James Joyce o Edgar Allan Poe, pero por salud y equilibrio mental desaconsejo esta práctica. Mejor buscar la inspiración en otro sitio.
Así que ya lo sabéis. Simplemente observar, dejaros empapar por las experiencias y vivencias de la vida porque ellas serán las que mejor convoquen a la musa. Observar vuestro mundo y el de los otros. Observar cada detalle, por insignificante que parezca, cada mensaje, cada pincelada de todo lo que sucede a vuestro alrededor. Periódicos, televisión, libros, películas, revistas, experiencias personales o de terceros…
Y hay otra cosa al margen de la observación que es necesario para que una historia se convierta en una buena historia: soñar e imaginar.
6 respuestas a “Frente a la página en blanco”