Hoy volvemos a adentrarnos en el mundo de los sueños, la fantasía y la imaginación. Hoy vamos a viajar tan sólo con cerrar los ojos. ¿Os apuntáis? Pues vamos allá.
Mirad bien la siguiente imagen.
¿Qué veis?
Un ángel de piedra con la cabeza gacha, mirada doliente y semblante ensombrecido. Parece triste, apesadumbrado. Lleva en las manos una pluma larga y perfecta, y sus alas, a la espalda, hermosas y titánicas, están plegadas. No quiere volar.
Si nos fijamos más, se le ve un hombro. Su túnica cae y nos deja ver parte de su cuerpo. ¿Qué significa ese gesto? ¿Acaso nos está queriendo decir algo?
Es un ángel hermoso, porque es un ángel, ¿verdad?
Su rostro es bello y sus manos, cruzadas sobre la pluma que sujeta, finas y delicadas. Pero parece triste.
Ahora, volved a mira la imagen y cerrad los ojos. Volad lejos, muy lejos. Marchad con ese ángel adonde él os quiera llevar. Dejaros ir.
¿Qué veis? ¿Qué imagináis?
Quizá ancestrales luchas entre ángeles y demonios por la conservación y salvación de las almas de los vivos. Combates por el poder y la sumisión del hombre. Batallas por estar arriba o abajo. Espadas brillantes que cercenan malas intenciones y condenan a la oscuridad más hosca a aquellos que combaten por los caídos.
Tal vez hayáis volado tan lejos que no veáis paisajes con guerras sino otros lugares y otras circunstancias. Viejas razas aladas a las que el amor, a veces, convierte en frías estatuas marmoleas a los pies de grandes monumentos. Porque a lo mejor estamos frente a la entrada a un enorme castillo custodiado por este ángel doliente.
Ahora abrid los ojos y mirad la siguiente imagen.
¿Qué veis?
Todo ha cambiado, ¿verdad? Ya no hay luchas ni viejas razas. Ya no hay castillos, aunque sí monumentos. Ahora la tristeza del rostro del ángel se entiende. Su pena y su dolor. Y la pluma, ¿qué significa? No lo sabemos. Ahí sí podemos seguir imaginando.
La fotografía es de una de las innumerables y hermosas tumbas que hay en el Cementerio Municipal de Logroño (La Rioja). Hay verdaderas obras de arte entre los muros de ese campo santo.
Espero que os haya gustado el ejercicio y que hayáis disfrutado porque incluso en la muerte, hay belleza.